Dicen que a través de las palabras,el dolor se hace más tangible. Que podemos mirarlo como a una criatura oscura,tanto o mas ajena a nosotros cuanto más cerca la sentimos

martes, 10 de mayo de 2011

Un café, nada más III


Esa mañana había visto amanecer, había visto como poco a poco el cielo se teñía de gris. Y la encantaba, adoraba los días así, la hacían recapacitar, despejarse. Pero ese día era distinto, su cabeza estaba confusa, aturdida, nublada por él.
Llegó diez minutos tarde a la cafetería. Él ya estaba esperándola sentado en una mesa al fondo.

-Preciosa!
- Buenos días.
-
¿Qué tal todo cariño? Hacía mucho que no sabía nada de ti, que no hablábamos… tenía ganas de verte.
-Ya, bueno… me fui un tiempo. Todo bien, como siempre, y tú?

Esquivaba continuamente sus palabras cariñosas. Limitaba sus respuestas, no quería demostrar demasiado entusiasmo por hablar con él de nuevo, pero no pudo contener mucho esa sonrisa tonta que le salía cuando le tenía enfrente.

-Bien, muy bien. Acabé la carrera, como tú, y …

Charlaron y poco a poco fue abriéndose, contándole cosas nuevas e interesándose por las suyas. Poco a poco empezaba a sentirse agusto. Era como hace unos años, cuando podía estar hablando con él horas y horas, porque aunque fuera de la mayor gilipollez posible eso les gustaba. Todo iba bien hasta que soltó aquella frase de “Te he echado de menos nena”. Oírla fue un golpe bajo. Él sabía que eso la paralizaría. Buscó una excusa para irse algo antes de lo previsto y ambos se levantaron de la mesa. Él, tras pagar el desayuno, la cogió por la cintura y salieron de la cafetería. 
Y de repente, la besó, así sin más, sin decir nada antes. La besó, y ella a él.
Se miraron fijamente, vio en él esa mirada picarona que seguía volviéndola loca, pero que a la vez era dulce e inocente, esa que tanto había echado de menos, y le costó más que ninguna otra cosa decirle “Tengo que irme”, pero él se acercó a su oído y le susurró Necesitaba esto hace mucho tiempo”.
Reaccionó como si tal cosa, como si hubiera dicho un “hasta pronto” o un “adiós”. Tras una sonrisa se despidió de él e hizo un leve asentimiento a la pregunta de si le llamaría después.

Caminaba por la acera, cuestionando su reacción. Pero solo había sido un beso, nada más, verdad? No había de que preocuparse, no? Y como siempre, se negaba a reconocerlo.  Se negaba a ver que lo único que necesitaba para ser feliz era él.    



 

Merche.

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